El río, la ría, el mar, la montaña y la huerta surten
de excelentes materias primas a los fogones locales; el río proporciona
truchas, salmones, angulas, lampreas, reos; la ría, berberechos, almejas,
ostras...; el mar, una rica variedad de pescados; la montaña, carnes y caza. La
sapiencia y el amor a la cocina hacen el resto, alcanzando logros altamente
estimables: caldo, cabeza de cerdo o «cachola» con cachelos (patatas), potes de
berzas, cordero asado, chuletones de ternera y de buey, lacón con grelos,
callos a la gallega (callos con garbanzos), pulpo «a feira», salmón y angulas
del Eo, truchas a la asturiana... y, como postres, requesón con miel,
«cereixolos» o frixuelos, «filloas» de sangre, etc...),
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